Serán los propios trabajadores
los que deberán asumir la defensa de sus derechos.
Los cimientos del decadente
corporativismo sindical crujen tras aparecer algunos de los muchos daños
colaterales que traerá en el ámbito laboral de gremios como el de petroleros y
electricistas la reforma energética. Este año, su tradicional cartita a los
Reyes Magos ya no permitirá a dirigentes de corte cetemista gozar de los
privilegios oficiales de antaño; el panorama que se avizora en su horizonte
anuncia barruntos de tempestades porque el partido al que protegieron y bajo el
cual se cobijaron por décadas, los ha dejado solos.
Martín Esparza Flores | Enero
2014 | Revista Siempre No. 3160
El cambio operado en la figura
jurídica de Pemex y CFE, al de empresas productivas del Estado, les permitirá
cometer un verdadero atentado contra los contratos colectivos de trabajo, y en
general de todas las condiciones laborales vigentes antes de la infausta reforma.
Como aconteció con la aprobación
de la reforma laboral, se abren las puertas de forma indiscriminada a las
empresas contratistas para que mediante las outsourcings se impida el acceso de
las nuevas generaciones a prestaciones sociales como la vivienda o el derecho
de antigüedad; pero además, se permite una alteración total al régimen de
jubilaciones que ya ha encendido en el caso del Sindicato Único de Trabajadores
Electricistas de la República Mexicana, las sirenas de alerta al estimarse en
más de 20 mil las solicitudes de jubilaciones anticipadas.
Caro están pagando las
dirigencias cetemistas y sus legisladores la sumisión a un gobierno que desde
el anuncio de la reforma laboral los obligó a cruzarse de brazos en el
Congreso.
De forma irresponsable no sólo se
prestaron a tratar de minar nuestra lucha al violar el acuerdo de delimitación
de zonas firmado años atrás, sino que todavía cometieron el craso error de
ensalzar a su partido en las elecciones del 2012, a sabiendas de que se
preparaba una emboscada en contra de millones de trabajadores, de los bienes y
recursos energéticos de la nación.
Hoy, como representantes de ese
sindicalismo corporativista que carece del verdadero consenso de sus bases,
serán rebasados de manera natural pues nunca velaron en los hechos por la
legítima defensa de los intereses de sus miles de agremiados que ahora deberán
tomar conciencia de la irreparable afectación a sus derechos.
Fieles a su acostumbrado
sometimiento, las dirigencias del SUTERM y del sindicato petrolero, nada podrán
hacer para revertir el daño ocasionado a los trabajadores que por años les
entronizaron hasta llevarlos a acomodaticios e ineficaces cargos legislativos.
Los petroleros ya no formarán
parte del Consejo de Administración de Pemex, tal y como lo solicitó el PAN, y
si acaso podrán estar presentes pero como convidados de palo; es decir, sin
derecho a voto.
Como hace un siglo, serán los
propios trabajadores los que deberán asumir la defensa de sus derechos e
intereses. Los embates ya comenzaron y habrá que unirnos y organizarnos para
asistir a las exequias de un corporativismo sindical que nada tiene que hacer
en el desventajoso escenario que implicará para los gremios de electricistas y
petroleros la reforma energética.
Fuente: Revista Siempre!
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