El petróleo mexicano se convirtió, después de la expropiación de 1938, en uno de los dos símbolos de la identidad nacional mexicana –el otro, la Virgen de Guadalupe–. El hidrocarburo, afirma el historiador Lorenzo Meyer, le dio a los mexicanos un sentido de nación, de nacionalismo, de Estado, de unidad. Ahora todo eso se ha perdido por la cortedad de miras de la clase gobernante, a la cual le falta la visión del estadista, suplida por los mezquinos intereses económicos del corto plazo.
27 marzo 2016 | Carlos Acosta Córdova | Proceso
CIUDAD DE MÉXICO (Apro).- Antes de Pemex no había más símbolo de identidad nacional que la Virgen de Guadalupe. Con la expropiación petrolera de marzo de 1938 y la creación de la empresa estatal, "el nacionalismo mexicano adquiere su momento cumbre", dice el historiador Lorenzo Meyer. Y explica por qué: "es la culminación de un esfuerzo en un país que a la vez estaba creando su sentido de independencia, de nación, de nacionalismo, y todo eso se conjuga en el petróleo".
Durante los gobiernos de Ruiz Cortines, López Mateos y Díaz Ordaz, "Pemex era tan fuerte que parecía el ‘Gibraltar’ del nacionalismo mexicano: una roca que ya no se va a mover". La empresa, dice el también politólogo, llegó a ser "el símbolo de un país que tenía confianza en sí mismo".
—¿Cuándo comienza a pervertirse esto? Todo indica que fue con López Portillo cuando se empieza a explotar, en 1979, el yacimiento de Cantarell y dice que "vamos a aprender a administrar la abundancia" —se le pregunta.
—Ése es el momento. Es el momento en que el sistema ya siente la lumbre en los aparejos. Porque se combina el movimiento estudiantil de1968, la guerra sucia de los setenta. Ahí pierde su inocencia el sistema, si es que le quedaba. El sistema es represivo, con desapariciones forzadas, con graves crisis económicas que empezaron al final del gobierno de Luis Echeverría.
"A partir de ahí —dice Meyer, autor entre muchos títulos de México y los Estados Unidos en el conflicto petrolero—, Pemex no es más símbolo de identidad nacional ni, mucho menos, la empresa que significó para el país confianza en sí mismo. Desde el gobierno de López Portillo (1976-1982) y los que le siguieron, hasta el de Enrique Peña Nieto, la idea fue explotar al máximo a la paraestatal y sacarle todas las utilidades posibles para el beneficio sexenal.
"Es la visión del político, no del estadista. La visión de Cárdenas es la visión del estadista. Y se perdió. Se perdió un proyecto nacional. Ahora qué es lo que hace quien dirige el país (Enrique Peña Nieto, a quien evita nombrar): administrar el día a día, y estar listo a ver cuáles son los vaivenes que lo van a perjudicar o a beneficiar. Pero no hay un proyecto de país."
De hecho, dice, lo que el gobierno está haciendo ahora con la empresa, con la reforma energética, es permitir que otra vez vengan los extranjeros y se lleven buena parte de la renta petrolera, que antes era toda para el país.
Critica al actual gobierno, con visible molestia: "Pusieron a Pemex y al país en una situación de extrema vulnerabilidad con tal de sacarle provecho.
"Es la destrucción de un proyecto nacionalista sin que se construya nada que lo sustituya. Nada igualmente importante, sustantivo. Nada que despierte la imaginación."
UN VACÍO COLECTIVO
—Muchos crecimos, se nos enseñó en la escuela, con esa idea de que el petróleo es nuestro, de la nación. Que Pemex y sus trabajadores eran ese símbolo de identidad nacional que dice usted, del nacionalismo mexicano. Ahora son frases que no les dic-en nada a los niños, a los jóvenes ni a la mayoría de la gente —se le comenta en entrevista realizada el viernes 18, aniversario 78 de la expropiación petrolera.
—La pregunta la pondría yo así: Y ahora qué es México. ¿Cuál es la concreción de qué es México? ¿Las plantas de automóviles en Morelos, en Aguascalientes, en Saltillo y en otras partes? Lo toman, sobre todo el gobierno, como que: ‘Esas plantas son nuestras, el resultado de nuestro esfuerzo y nuestra capacidad’. No, es resultado de otras capacidades.
—A estas alturas, en un mundo tan complicado y conflictivo, globalizado y tan entrelazado, ¿para qué sirve el nacionalismo? —insiste el reportero.
—En el caso concreto de México sirve para darte identidad, para darte confianza a ti como parte de una comunidad que tiene confianza en el futuro, para aguantar las partes duras y difíciles del presente en función de algo colectivamente mejor. Sobre todo en el caso mexicano, el nacionalismo sirve para no ser avasallados por Estados Unidos.
"Estamos como vecinos con un país altamente nacionalista. Uno de los precandidatos presidenciales de ese país (Donald Trump, de quien tampoco menciona el nombre) dice: ‘Voy a hacer una barda, una muralla, no quiero aquí a los mexicanos’.
—¿No ha sido un exceso el miedo a la presencia de extranjeros en las actividades petroleras del país? Todos los países productores la tienen. En la época de Porfirio Díaz eran extranjeras las empresas que controlaban todo el proceso de la industria petrolera. Muchos países de acendrado nacionalismo como Cuba, Venezuela, Brasil, Colombia, Perú y otros, desde siempre han tenido empresas extranjeras en esas actividades, sin mayor problema.
—Hay una diferencia: que don Porfirio les dio la propiedad absoluta a las empresas extranjeras. Compraban los terrenos y si en ellos había petróleo, era todo suyo. Los otros países saben que no tienen capacidad pero se consideran dueños del petróleo.
"Don Porfirio era el liberalismo, copia y modelo norteamericano. El modelo norteamericano es ese: tuyo es el terreno y si hay petróleo en ese terreno el petróleo es tuyo. La diferencia con otros países es que México descubrió mucho antes el petróleo. Los otros, los que tú dices, ya son después. Ya se tiene conciencia de lo que es la renta petrolera, de qué importancia tiene para el Estado.
"En el caso mexicano, se explota el petróleo desde fines del siglo XIX, no hay una conciencia clara de lo peculiar del hidrocarburo, pues es un país sin tecnología, sin capital.
"Los otros países, que descubren su petróleo en la segunda mitad del siglo pasado, ya tienen un conocimiento de lo que eso significa y de lo que puede significar. México no; en ese sentido era inocente. Era una inocencia casi total. México no dejó nunca de sentirse el dueño de la plata, del oro, de los metales preciosos, que eran lo importante. Porque su historia venía de eso."
—¿Qué nos hace únicos, diferentes a los demás países petroleros? ¿Cómo llega Pemex a ser símbolo de identidad nacional, como lo fue primero la Virgen de Guadalupe, y que no entiende la mayoría de los mexicanos hoy en día?
—Somos únicos en la historia que creó a Pemex. Ningún otro país vivió, padeció, sufrió lo que México, para construir y consolidar su industria petrolera, con Pemex al frente.
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